Saturday, June 27, 2009

El trono de la princesa



Son muchas las horas que me toca navegar por las carreteras de la corona metropolitana de Barcelona. A poco que se esté atento, se hace evidente la fragmentación del territorio en minúsculos principados. Así como castillos y torres de defensa marcaban el territorio en la antigüedad, ahora los hitos son mucho más frágiles: sólo unos tronos de plástico de los que no quedará ni un recuerdo. Estos países no aspiran a dejar huella en un futuro: su soberanía se limita a un presente fugaz, de apenas unos pocos minutos.

Marcas. Signos junto a la carretera. Objetos que interfieren el significado del lugar. Retratar esas ausencias que se tornan presencias.

Bajo el signo del sueño de paraísos lejanos...




Unas constantes: agua, Red-Bull, Kleenex...





"La mujer se llama Fatima, digo mujer porque debe estar en la trentena y de paso.
La verdad es que a mi las negras con grandes pechos me ponen burraco, pero para mi gusto está muchísimo más buena Ángela de la Roca Store (es más jovencita y no sé... me pone más).

He parado y la tía me ha venido muy simpática a ver qué tal y qué quería. Yo le he comentado que sólo quería verla de cerca, que siempre la veo de lejos..., horarios (de las 11h a las 18h aprox) y eso. Yo mirandole fijo el melonar (lo tiene bien grande). Y le he preguntado precios: 20 completo! Dice que hay crisis y que ha bajado los precios (...)
Como no pensaba ir de lumerío y no suelo llevar nunca pasta en la cartera, hecho mano de ella y... 10 euros! Me mira y me dice: si me llevas a la gasolinera a comprar un poco de agua y comida... (...). La he llevado a la gasolinera de al lado, mientras una charla super guai (dentro de las limitaciones idiomáticas, que es camerunesa), y mientras sobándole las tetas! Compra la comida a la gasolinera y pal sitio otra vez.
(...)
Buaf! genial y sólo por 10 euros!"

Testimonio de Sanseputeril, en un foro de Internet.

Después, el asfalto se recrudece, se siente hervir.




Resguardarse bajo palio...





Buscando la compañía...





La marca de tu nombre, los límites de tu reino, princesa Milena...






Un encadenarse, alegoría fácil, demasiado fácil...






Y volver a reinar, mañana...





Cementerio de tronos. Carretera de les Costes del Garraf.





La cosa tiene algo de blues, de no saber...

Wednesday, June 17, 2009

la derrota

Con el caminar lastrado por unos pies hundidos en la arena, se llega a la frontera de lo absurdo. Levantamos barreras con las que impedirnos el paseo, quizás como un instinto que nos lleva a esperar lo que ya perdimos, definitivamente. ¿Esperar o cruzar? Quien espera, desespera, cuentan. La espera es el permanecer en lo ya vivido, vivir lo muerto.




Resolución de ser feliz
por encima de todo, contra todos
y contra mí, de nuevo
-por encima de todo, ser feliz-
vuelvo a tomar esa resolución.

Pero más que el propósito de enmienda
dura el dolor del corazón.

Jaime Gil de Biedma

Monday, June 15, 2009

Acaso como un bocadillo de pan con pan...

La ausencia de jamón se vuelve dramática...




Un silencio que llenar, angustia que vaciar. Tensión de extremos plácidos.

Tuesday, June 9, 2009

los muros demasiado sufridos de mi azotea

Una mancha de luz, fugaz, sobre los muros demasiado sufridos de mi azotea...

Luz escrita sobre un papel lleno de las ausencias de los que lo dibujaron... Ciento cincuenta años son muchos recuerdos perdidos...






Y ahora caigo en la cuenta que son justo esos, los ciento cincuenta, los que nos van separando de la construcción de este edificio de La Ribera de Barcelona...

1859...

Todavía faltaba un año para que l'Eixample de Barcelona viese la luz verde en los despachos de Madrid... En el parque de la Ciutadella no había parque, sólo una asquerosa Ciutadella (ciudadela) desde la que joder a bombazos cualquier celebración del Barça ganando cualquier chorrada (todavía no se habían inventado las escopetas con pelotas de goma, ni el Barça, claro).

Pero los años empujan, ya fueran primeras repúblicas, bombazos en el Liceu, guerras de Cuba y grandes Guerras que otros guerreron...

Sesenta años después de aquel 1859, desde Santa Coloma de Queralt, llegaría a uno de los pisos de bajo esta azotea, al tercero, mi abuelo. Un señor pequeño, calvo y antiguo al que la guerra del Rif ya le pilló licenciado. Se casó y enviudó casi deportivamente por lo repetitiva que le resultó tal afición, hasta dar con mi abuela (una simple aficionada: sólo perdió a un marido acabado de estrenar, allá por la batalla del Ebro). Un palmo y medio les separaban, y es que ella era mucha mujer, pero gracias a otro palmo de distancia (más menos que más, es de suponer) surgió al cabo de los meses reglamentarios la que, con el tiempo y mi padre mediante, se animaría a ser mi madre.

Después de esto, nos comemos con patatas toda una posguerra (me temo pues que las zamparemos sin sal ni ketchup, cachis!), los sesentas corriendo tras las primeras suecas, los setenta ya conmigo (por fin!) gateando, y luego el Naranjito, el Cobi, lo de las fallas en NY, internet a tutiplén y ya llego a esta tarde de martes desfondado total. Qué pereza los ciento cincuenta años de los cojones!