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Rafael Doctor, prestando sus Atget al público que abarrotó la conferencia. Por suerte para él, se apuntaron pocos manguis, por lo que puede seguir soltando el "me fío de los extraños"...
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Era martes y diecisiete. De noviembre. Y lo era en el Centre Cultural de CajaMadrid de la Plaça Catalunya de BCN. No sólo allí, también en muchas otras partes del mundo era el mismo día. Es lo habitual.
Pero en CajaMadrid todo estaba preparado para una conexión con un pasado casi remoto, un viaje en el tiempo, casi un siglo hacia atrás, hasta LA MIRADA DE EUGÈNE ATGET, UNA MIRADA QUE PERTENECIÓ AL FUTURO QUE HOY VIVIMOS, PERO CONJURADA POR UN OJO DECIMONÓNICO Y DEMODÉ. Paradojas. Como paradójico fue el interruptor que utilizó el conferenciante para iniciar el viaje. Rafael Doctor (ex-director del MUSAC, comisario de múltiples exposiciones en el Centro de Arte Reina Sofía, jurado del Premio Nacional de Fotografía y del Premio Purificación García, y etc, etc, etc y etc...), prácticamente no salió de la actualidad de hoy mismo para hablar de Eugène Atget.
Y es que para iluminarnos al fotógrafo, ¿qué mejor luz que la de la fotografía contemporánea? Así que pasando millas del pobre
Atget, se entretuvo más de media conferencia con
Ángel Marcos y su visión de Shangai. Después de oírle que
"la Historia de la Fotografía es una mentira, hecha de coincidencias e intereses", no podía sorprendernos que nos hiciera partícipes de "sus mentiras", tejidas por unas coinciencias sometidas a sus propios intereses: no en balde Doctor ha comisariado al susodicho e incluso se ha confesado coleccionista del mismo. Yendo con la verdad por delante, lo cierto es que lo encuentro la mar de simpático.
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Ángel Marcos, China 27, 2007. 180x360cm. Laserchrome sobre papel, montada en Plexiglas.
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Pero es que el mecanismo no es sólo simpático: es que encima es eficaz. Doctor propuso un flashback que nos hizo sentir a Eugène Atget como a uno de los nuestros. Sólo por esto el tipo ya se merece un par de orejas. Retrata Ángel Marcos (dice Doctor) un mundo cambiante con una mirada limpia, donde lo nuevo se yuxtapone violentamente a lo viejo, con unos personajes que aparecen mínimamente.
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Ángel Marcos, China 21, 2007. 180x235cm. Laserchrome sobre papel, montada en Plexiglas.
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Marcos trabaja en formatos grandes, enormes, donde es esencial cómo nos muestra los más pequeños detalles de cada escena, consciente del valor documental de un mundo arrasado por otro.
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Ángel Marcos, China 19, 2007. 180x300cm. Laserchrome sobre papel, montada en Plexiglas.
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De
Ángel Marcos nos cuenta lo justo. Salirse de lo realizado en China haría chirriar el paralelismo con
Eugène Atget, así que nos quedamos con la media verdad que rema a favor de su argumentación. Pero entre
Marcos y
Atget queda un buen trecho de río a remontar, así que a media conferencia nos encontramos navegando por las aguas de la
Escuela de Düsseldorf, base de una nueva fotografía contemporánea donde lo artístico abre las puertas a lo documental.
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Thomas Struth,Chemin des Coudriers, Genf, 1989,44 x 56 cm
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Thomas Struth es uno de sus autores más emblemáticos, y encima de los fotógrafos más cotizados en la actualidad, que ya se sabe es uno de los parámetros más objetivos a la hora de medir la calidad de un artista (y cada cual es libre de confundir objetivo con certero, claro). La "poesía de la ciudad vacía", cuenta Doctor que es el objetivo de su fotografiar.
Sin salirnos de la misma Escuela de Düsseldorf, pasamos por el matrimonio Becher, quienes realizan un trabajo conceptual, casi de catalogación de un patrimonio efímero como el industrial, retratando cada mutación del elemento, situando al objeto junto a su evolución. Otra vez, el peso del valor del documento...
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Bernd and Hilla Becher, 1972, study of concrete cooling towers.
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Y ahora, otro saltito de cuarenta años y... alehop! Doctor nos enfrenta a dos miradas disparadas: la del propio Atget (por fin!) junto a la de Berenice Abbott (pese al empeño del orador en convertirla en Lisette Model, lapsus en el que insistirá sin que el público rechiste lo más mínimo).
Berenice Abbott por Hank O'Neal, New York City, 18 Noviembre de1979, y Eugène Atget en 1927.
Vaya miradas, ¿eh? El caso es que la aparición de Abbott se debe a que es ella quien tiene la habilidad de hacerse con las 8.000 placas del archivo de Atget, poco después que éste traspasara después de morir de amor (ya lo sé, queda cursi, pero todo quisqui coincide en este extremo: al morir su señora esposa, Atget no pudo sobrevivirla más allá de cuatro telediarios; por cierto, que además de hacer de mujer de la casa, la tipa era la que se jugaba el pellejo revelando las placas). A Atget llegó de la mano de otro americano en París, Man Ray. Lo de Man Ray, un poco más abajo. Lo de Abbott, pues ustedes mismos:
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Berenice Abbott - Pike& Henry Street, Marzo 1936
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El flechazo estaba cantado. El caso es que en 1930, con el 90% del archivo de Atget en el bolsillo, publica un libro que catapultará a Atget al firmamento de la Historia de la Fotografía: "Atget, fotógrafo de París". Un fotógrafo que sólo vio publicada una foto en vida.
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Eugène Atget, Corsets, boulevard de Strasbourg, 1912
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Esta es. La de los corsés es la única foto publicada de Eugène Atget antes de su entierro. Le echa el ojo Man Ray, quien la incorpora a "La Revolución Surrealista". Atget le pedirá que aparezca sin firmar. Quizás subyacía el temor a verse mezclado con esos tipejos, auténticos terroristas culturales. Pero el argumento de Atget no tiene desperdicio: Atget no se considera "AUTOR", sus fotografías no tienen un ápice de intención artística, son meros "DOCUMENTOS".
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Eugène Atget, Cabaret de L'Enfer, boulevard de Clichy. 1910.
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Los surrealistas reivindicarán la obra de Atget. Lo propondrán como referencia, pese a la grima que éstos le producían... El sólo fotografía, él sólo DOCUMENTA pedazos de París. En los que sí, puede haber elementos surrealistas, pero éstos están en París, no en la propia fotografía...
Una vez llegados a Atget, Rafael Doctor no irá mucho más lejos que la Wikipedia: Que si nace en 1856, ausencia de formación artística, orfanato, marina mercante, Uruguay, vuelta a París, actor demasiado poco agraciado para galán, interés por la pintura y, a los 40, se compra una cámara de segunda mano cuyos 20 quilos de peso no le abandonarán hasta el final. Encargos del ayuntamiento de París sobre la ciudad que desaparece bajo la piqueta y una ocurrencia feliz: retratar rincones de la ciudad para ofrecerselos a pintores. Y es que el uso de la fotografía ya era usual en el gremio, pero las imágenes existentes eran demasiado grandilocuentes para agradar a los pintores. Fotografiará pues un París que servirá de modelo a Derain, Utrillo, Braque...


Utrillo, El Moulin de la Galette y el Sacré Coeur. Eugène Atget, El Moulin de la Galette. 1900.
Sin veleidad artística alguna. De mirada ingénua. Al no plantearse embellecer la fotografía, acaba inventando el lenguaje fotográfico contemporáneo, en cuya visión
"no se embellece el detalle, se deja que éste fluya con su contexto",
cuenta Doctor. Y todo esto desde una técnica totalmente absoleta ya en esos momentos:
"su poca técnica descubre lo que es auténticamente fotográfico". Acaso como homenaje a esta despreocupación técnica , hay que señalar que
Rafael Doctor ventiló la charla así con un par y sin haber montado un triste power-point: tan solo una sesentena de imágenes volcadas a lo bruto en el ordenador, donde se le mezclaron y hasta alguna de ellas llegó a clonarse. Ni se inmutó. Menudo torero...
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Eugène Atget, “cour 7 rue de Valencia“, 1922
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La reflexión final, como para salir en hombros por la puerta grande:
"Hay ojos muy parecidos a Atget, pero han desaparecido, no se les ha incluído en la Historia de la Fotografía. La lista es una construcción interesada para construir una historia que beneficie a algunas colecciones. Atget es la justicia (post-mortem) de toda la injusticia perpetrada sobre fotógrafos anteriores".