...O la cara oculta de la mona de Páscua...
Es "la mona" un pastel al que, a la que toca Páscua, le plantan un huevo de chocolate encima y lo adornan con plumas de colores y pollitos. Pollitos de pega, claro, no se fueran a cagar dentro del pastel... Este pastel es el que todo padrino regala a su ahijado en Catalunya.
Barcelona tiene algo de mona. De excesivo. Empezó con el Mundial del 82, saltó a la estratosfera con los Juegos Olímpicos y a partir de allí ya se pasó de frenada: festival de colores donde los "tripis" de esta fiesta rave son rascacielos-consolador de lucecitas (Nouvell), hoteles-vela que un mal viento se llevara (Bofill), discotecas sesenteras que no logran superar el síndrome post-Fórum (Herzog&DeMeuron)...
Y así estamos. Aturdidos ante una ciudad que no la reconoce ni la madre que la parió. Así que démosle la espalda y subamos a Montjuïc.
Es "la mona" un pastel al que, a la que toca Páscua, le plantan un huevo de chocolate encima y lo adornan con plumas de colores y pollitos. Pollitos de pega, claro, no se fueran a cagar dentro del pastel... Este pastel es el que todo padrino regala a su ahijado en Catalunya.
Barcelona tiene algo de mona. De excesivo. Empezó con el Mundial del 82, saltó a la estratosfera con los Juegos Olímpicos y a partir de allí ya se pasó de frenada: festival de colores donde los "tripis" de esta fiesta rave son rascacielos-consolador de lucecitas (Nouvell), hoteles-vela que un mal viento se llevara (Bofill), discotecas sesenteras que no logran superar el síndrome post-Fórum (Herzog&DeMeuron)...
Y así estamos. Aturdidos ante una ciudad que no la reconoce ni la madre que la parió. Así que démosle la espalda y subamos a Montjuïc.
El castillo es así, siniestro. Manda huevos las fortalezas cuando no sirven para proteger de nada, tan solo para someter a la ciudad. Nació para mantener a raya Barcelona tras la guerra de sucesión, y desde entonces ilustres personajes de la Historia de España han pasado por aquí, regando a cañonazo limpio la ciudad: Espartero, Prim... Quizás tendría su punto desempolvar alguna pieza de artillería para corregir excesos urbanísticos...
Desde esta funesta atalaya, Barcelona se nos muestra como aquella Ciudad de los Prodigios que glosara Eduardo Mendoza...
Pero nos apetece mirar hacia otro lado, buscar una cara B realmente alternativa a la Ciutat Pasqual.
Y es que las caras B tienen eso, un no sé qué que las hace irresistibles...