Sille. Afueras de Konya, capital de los derviches giróvagos. De esos monjes centrifugados uno toma el irse, el agarrarse a una velocidad endiablada que te arranque del suelo, estómago todo emoción... Y de esos monjes a estos chavales, en pleno verano ocioso, veranos que se llenan de aventura. Y es que la vitalidad es tanta que no cabe en uno. O se la deja ir o te revienta.
Una tabla, unos cojinetes, poco más para ser más feliz que unas castañuelas...
Warm up...
Y la carrera...
Fresco reportaje y mejores comentarios.
ReplyDelete¡Qué gran toma "la carrera!
Genial.