Saturday, August 8, 2009

the wave



Las palabras quizás no sirvan para comunicar nada. Y si sólo aprendemos aquello que ya sabemos, si no estamos dispuestos a nada más, la palabra es entonces un simple latigazo, una exclamación con la que imponernos al otro. Quizás con una mirada baste.

Recuerdo ahora un pasaje de un libro que por reciente en la lectura, y enorme en su literatura, todavía anda reverberando entre las pocas neuronas que no se han ido ya de vacaciones:

" En la mañana, la parte más extraordinaria de mi experiencia fue su naturalidad. No tenía el sentimiento de haber conocido por primera vez a una mujer, sino de haberla conocido siempre. 'De siempre' no en el curso de mi vida, sino en el sentido absoluto, antes y fuera de esta vida mía. Era una sensación semejante a la que sentimos algunas veces cuando paseamos las calles de una vieja ciudad: llegamos a una placita silenciosa y de golpe sabemos; sabemos que hemos vivido allí, que lo hemos conocido siempre, que lo único que ha pasado es que ha vuelto a nuestra vida real, y nos sentimos tan familiarizados con las baldosas llenas de musgo como ellas lo están con nosotros. Sabía lo que ella iba a hacer y cómo sería su cara, igual que conocemos algo que es parte de nuestra propia vida, algo que hemos visto sin necesidad de mirarlo."

Arturo BAREA: "La forja de un rebelde" (de el tercer lıbro "la llama")

No comments:

Post a Comment